martes, 29 de julio de 2008

Blanco sobre negro


Martín Caparrós
25.07.2008


Nunca hubiera pensado que alguna vez podía llegar a estar de acuerdo con el hijo de puta del ex general Luciano Benjamín Menéndez. Y sin embargo, ayer...

Ayer, en su alegato final, el ex Menéndez, ex jefe de una de las unidades militares más asesinas, el Tercer Cuerpo de Ejército, hombre de cuchillos tomar y de presos matar, peroró en su defensa. Dijo, en síntesis, que las fuerzas armadas argentinas pelearon y ganaron para “evitar el asalto de la subversión marxista”. Y yo también lo creo.Con algunos matices.


La subversión marxista –o más o menos marxista, de la que yo también formaba parte– quería, sin duda, asaltar el poder en la Argentina para cambiar radicalmente el orden social. No queríamos un país capitalista y democrático: queríamos una sociedad socialista, sin economía de mercado, sin desigualdades, sin explotadores ni explotados, y sin muchas precisiones acerca de la forma política que eso adoptaría –pero que, sin duda, no sería la “democracia burguesa” que condenábamos cada vez que podíamos.


Por eso estoy de acuerdo con el hijo de mil putas cuando dice que “los guerrilleros no pueden decir que actuaban en defensa de la democracia”. Tan de acuerdo que lo escribí por primera vez en 1993, cuando vi a Firmenich diciendo por televisión que los Montoneros peleábamos por la democracia: mentira cochina. Entonces escribí que creíamos muy sinceramente que la lucha armada era la única forma de llegar al poder, que incluso lo cantábamos: “Con las urnas al gobierno / con las armas al poder”, y que falsear la historia era lo peor que se les podía hacer a sus protagonistas: una forma de volver a desaparecer a los desaparecidos.


Me indigné y, de tan indignado, quise escribir La voluntad para contar quiénes habían sido y qué querían realmente los militantes revolucionarios de los años sesentas y setentas.(A propósito: es la misma falsificación que se comete cuando se dice, como lo ha hecho Kirchner, que este gobierno pelea por realizar los sueños de aquellos militantes: esos sueños, está claro, eran muy otros. En esa falsificación, Kirchner y el asesino ex se acercan; ayer Menéndez decía que “los guerrilleros del 70 están hoy en el poder”, sin ver que, si acaso, los que están alrededor del gobierno son personas que estuvieron alrededor de esa guerrilla en los setentas y que cambiaron, como todo cambió, tanto en los treinta últimos años que ya no tienen nada que ver con todo aquello, salvo para usarlo como figura retórica.)


Es curioso cómo se reescribió aquella historia. Hoy la mayoría de los argentinos tiende a olvidar que estaba en contra de la violencia revolucionaria, que prefería el capitalismo y que estuvo muy satisfecha cuando los militares salieron a poner orden. “Ostentamos el dudoso mérito en ser el primer país en el mundo que juzga a sus soldados victoriosos, que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas”, dijo el asesino –y tiene razón.


Pero la sociedad argentina se armó un relato según el cual todos estaban en contra de los militares o, por lo menos, no tenían ni idea. Es cierto que no podían haber imaginado que esa violencia era tan bruta, tan violenta, pero había que ser muy esforzado o muy boludo para no darse cuenta de que, más allá de detalles espantosos, las fuerzas armadas estaban reprimiendo con todo.


El relato de la inocencia mayoritaria se ha impuesto, pese a sus contradicciones evidentes. Los mismos medios que ahora cuentan con horror torturas y asesinatos las callaron entonces; los mismos partidos políticos que se hacían los tontos ahora las condenan; los mismos ciudadanos que se alegraban privada y hasta públicamente del retorno del orden ahora se espantan. Y todos ellos conforman esta masa de ingratos a la que se dirige el muy hijo de exputa: “Luchamos por y para ustedes” –les dice y, de hecho, los militares preservaron para ellos el capitalismo y la democracia burguesa.


Pero la sociedad argentina se ha inventado un pasado limpito en el que unos pocos megaperversosasesinos como éste hicieron a espaldas de todos lo que ellos jamás habrían permitido, y les resulta mucho más cómodo. Como les resulta mucho más cómodo, ahora, indignarse con el ex que repensar qué hicieron entonces, a quién apoyaron, en qué los benefició la violencia de los represores, y lo fácil que les resultó, muchos años después, asombrarse, impresionarse e indignarse.El ex Menéndez es, sin duda, un asesino, y ojalá que se pudra en la cárcel. Es obvio que no es lo mismo la violencia de un grupo de ciudadanos que la violencia del Estado, pero es tonto negar que nosotros proponíamos la guerra popular y prolongada como forma de llegar al poder.


Y también es obvio que la violencia de los militares no les sirvió sólo para vencer a la guerrilla: lo habrían podido conseguir con mucho menos.Durante mucho tiempo me equivoqué pensando que los militares habían exagerado: que la amenaza revolucionaria era menor, que no justificaba semejante despliegue. Tardé en entender que los militares y los ricos argentinos habían usado esa amenaza como excusa para corregir la estructura socioeconómica del país: para convertir a la Argentina en una sociedad con menos fábricas y por lo tanto menos obreros reivindicativos, para disciplinar a los díscolos de cualquier orden, y para cumplir con las órdenes reservadas del secretario de Estado USA, su compañero Kissinger, que les dijo en abril de 1976 que debían volver a convertir a nuestro país en un exportador de materia prima agropecuaria.


Es lo que dijo el ex: “¡Y nosotros estamos siendo juzgados! ¿Para quién ganamos la batalla?”. Porque es cierto que la ganaron, y que su resultado principal no son estos juicios sino este país sojero.Ése es el punto en que casi todos se hacen los boludos. La indignación siempre fue más fácil que el pensamiento. Supongo que es mejor que muchos, para sentirse probos, prefieran condenar a los militares antes que seguir apoyándolos como entonces. Pero no deja de inquietarme que todo sea tan fácil y que sólo un asesino hijo de puta suelte, de vez en cuando, ciertas verdades tremebundas

viernes, 11 de julio de 2008

La vieja Europa: ¡que vieja de mierda!


"El nuevo texto de inmigración europeo endurece las condiciones de acogida y mantiene las repatriaciones de inmigrantes ilegales. Lo más discutido: en cada país queda abierta la posibilidad de detenciones extrajudiciales de hasta 18 meses en centros de internamiento previas a la deportación.
El Consejo Europeo lo aprobará a mediados de octubre."


Soy nieto de gallegos. Pues bien:


La fuerza de trabajo como mercancía, se mueve buscando los mejores salarios, al igual que lo hacen los capitales en busca de los mejores rendimientos a escala mundial. OF COURSE!!!!


Así como el capital se mueve buscando mano de obra más barata.


Bah, se mueve o espera. Y he ahí la hipocresía mayor: En realidad los inmigrantes emigran a los paises centrales porque hay unos cuantos "turros" que estan dispuestos a emplearlos a sueldos de hambre. Tal como hacemos nosotros con los bolivianos


Para el típico opinator "DoñaRosa" no está mal que los caguen a patadas sacandolos de Francia (O Italia, o...), pero está fenómeno que una multinacional europea pague dos mangos y en negro a trabajadores de paises pobres (que querran irse a vivir a un lugar mejor)


En esto pido coherencia: que hagan lo que se les cante las pelotas, total irreversiblemente la tortilla volverá a darse vuelta, pero que no le pongan nombres eufemísticos y nos disfracen Varsovia. Al menos los nazis los llamaban "ghettos" y "solución final"


martes, 8 de julio de 2008

Como un día de domingo


El Clio avanza por el ripio. Como cada día, avanza, con el ruido del día , alegre o melancólico el chasis absorbe las piedritas como pequeños chasquidos, tañidos, teñidos por el ánimo


Trepa la rueda izquierda a la banquina, sin parar del todo espera respetuosamente que pase el Scania lanzado, y con impaciencia el 505 bordó destartalado que lo sigue. Ya subido a la autopista toma velocidad y se abre para pasar al 505


En el horizonte más cercano todo sucede en milésimas: Una nube de polvo estalla, y ve pasar un autito en miniatura delante de sus ojos, volando en mil vueltas sin sentido de un lado a otro de la autopista


La frenada brusca del Scania con el semi bamboleante lo devuelve a la realidad. El 505 está frenando en la banquina derecha y él se tira a la izquierda en un retorno clavando los frenos. Los vehículos dejan de ser protagonistas y los tres hombres corren hacia adelante: miles de pedazos de metal y plástico regados por todos lados. Ve nítidamente la "batidora" policial tirada y rota antes de ver la Ranger volteada y desecha en la zanja tapada por los yuyos y humeando


505 y él se tiran a la camioneta peleandose por llegar último, por que el otro sea el que vea. Al mismo tiempo que 505 grita "no hay nadie", camionero grita "la puta madre ¡AQUI!". Volviendo a la autopista está tirado el policía con medio cuerpo en el cantero central y el resto en el asfalto.


El poli se mueve, abre los ojos y gime. Camionero se arrodilla y le pregunta "¿venías solo?" -"No se..." astutamente repregunta "de que laburás flaco?" ... "No se". Camionero lo retiene para que no se mueva. Clio le dice a 505 "vení, vamos a buscar entre los yuyos". Ya pararon varios que llaman por sus celulares, se acercan, se mueven. Clio busca hacia Pilar, 505 hacia Lujan. Ambos ruegan no encontrar a nadie. Clio encuentra el fierro tirado en el piso. Absurdamente se da cuenta que es un "perro", debería ser una Itaka y no esa Batan que no es reglamentaria


Vuelve a la Ranger, tira el fierro adentro. Llega el primer movil policial. El policia herido empezó a gritar de dolor. Del movil bajan dos, uno se agacha junto al herido y el otro baja a la zanja acercándose a Clío. "Flaco: ¿que pasó? ¿hay más?" 505 contesta. Clio se da cuenta que acaba de empezar a escuchar, que desde que vio volar la camioneta hasta ese momento, todo era polvo, tristeza, ruido sin decodificar...


Clio decide irse. Ya hay demasiada gente, demasiado ruido, demasiados gritos de dolor. Vuelve en U por la autopista y desvía por un camino rural rumbo a su rutina de compras...


Por la noche mirando a sus hijos jugando en la mesa de la cocina, no puede dejar de recordar ese cuerpo de muñeco absurdamente roto. En la cotideaneidad rota del pobre tipo


"Papá, ¿porque estás triste?"

martes, 1 de julio de 2008

K.... ¡Teléfono! K!!!!


Che, ni una misera placita, tanto que les gusta usarla. Ni una carpita


Disimulen che....


01 de julio de 1974 / 01 de julio de 2008