Sentarse en el porche en las noches de verano era algo tan agradable, tan fácil, tan tranquilizador, que parecía imprescindible. Una sucesión de ritos exactos y antiguos: el encendido de las pipas, las pálidas manos que movían agujas de tejer en la oscuridad; la consumición de los bizcochos Eskimo, envueltos en papel plateado; el ir y venir de las gentes.
Durante algun tiempo, en las primeras horas de la noche, todos hacían visitas; los vecinos de abajo, las gentes de enfrente, la señorita Fern y la señorita Roberta que pasaban zumbando en su auto eléctrico, y llevaban de paseo a Tom o Douglas alrededor de la manzana, y luego subían a sentarse y abanicarse las acaloradas mejillas, o el señor Jones, el trapero, que luego de dejar su carro y su caballo en el callejón, subía los escalones listo para estallar en palabras, animado, como si nadie hubiese dicho nunca lo que él decía, y de algún modo así era.
Y por último, los niños, que habían jugado a hurtadillas un último escondite, o pateado una lata, jadeando, encendidos, volvían débiles y silenciosos como bumerangs a la hierba blanda, y se hundían junto a la charla charla charla del porche que los aplastaba suavemente...
Oh, la alegría de tenderse en la noche de helechos y la noche de hierbas y la noche de voces susurrantes y somnolientas que tejían la oscuridad. Los mayores habían olvidado que Douglas estaba allí, tan quieto, tan callado, oyendo los planes que elaboraban para él y sus propios destinos...
Y las voces cantaban, erraban, en nubes de humo de cigarrillo iluminadas por la luna, mientras las luciérnagas, como tardías y animadas flores de manzano, golpeaban débilmente las luces lejanas de la calle, y las voces entraban en los años del futuro...
Ray Bradbury
10 comentarios:
"oyendo los planes que elaboraban para él y sus propios destinos..." Que lindo texto y cuantas imagenes que despierta.
Bombon
Esta novela de Bradbury cayo en mis manos el verano que transcurrio entre mi escuela primaria y secundaria. No se porque, pero me pegó profundamente. Siempre que llega esta época me acuerdo de ella. Y debo haberla leido no menos de una docena de veces: cada vez que quiero recuperar aquello de infinito que tiene el fin de la infancia
A mí tambien me gusto Brasil, pero estaba segura que era tuyo el relato por el tono hasta que al final dice Bradbury.
...lo infinito de la infancia así lo siento yo tambien.
Precioso! hoy escribi algo para leventar mi mal dia. Ya te contare.
Mary
María
Por ahi pasaré... Lo que es mio, es la casa de la foto
Un sueño.
Si me decís que esa es tu casa no respondo de mí.
(¡Uy! ¡Ya lo dijiste!)
Inspirada o no en tu lectura, hice un post sobre recuerdos pequeñísimos de mi infancia.
Adhiero a lo que dejaron por acá Mary y Cosima. Al principio pensé que el texto era tuyo hasta que llegué al final, y mientras lo leía pensaba: es de él y cómo no van a pasar todas esas cosas en verano en una casita como esa!!!!!
Que pedazo de lugar!!!!!
Bombon
Si, es un lindo lugar. Pero para que fuera un texto mío yo debería haber vivido aqui de chico. Debería tener vecinos, y estar en un pueblo. No tengo vecinos y estoy a 7 km del pueblo más cercano
No recomiendo el libro, porque no se si es bueno. Se que a mi me conmueve. Es un texto totalmente atípico de Bradbury. Gogleelo que esta gratis en Internet. El titulo es el del post
Ahora no crea que todo es lindo y facil en el campo. En breve posteare algo que escribí en pleno invierno. No deje de leerlo
Paso a leer su post
Cosima: ¿me parece a mi o sos de perderte fácil?
me gusta mucho cronicas marcianas
bella foto ahijado, bello porche
Yo quiero un PONCHE en el PORCHE
Besosss
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