El mozo nos trae la segunda cerveza. Polo no se distrae y continúa...
“Primero te voy a comentar como éramos, Miche era un nene todavía, más bajo que nosotros, un sefaradí hecho y derecho: morocho, de espesas cejas, ojos profundamente negros y una sonrisa constante. Con las hormonas en hervor continuo, correteaba atrás de cualquier mujer, de cualquier edad, de cualquier condicion estética con variada suerte. Lo de el era la pesca con mediomundo. Yo , como me ves ahora, pero 30 años menos…” -Se rie francamente y sigue:- “No, en serio, pesaba nada, menos de 60, lo que para mi altura era peso lástima. Una especie de palo, de pelo largo creciendo en contra de la gravedad, siempre vestido lo más roñoso que pudiera. Yo era muy tímido, y no corria a nadie. Pero no podía evitar que de vez en cuando me corrieran. Los ojos azules sirven ¿viste?. Y finalmente estaba Pancho. Un poco más bajo que yo, deportista, rubio, ojos claros,pelo largo lacio, bigotes llovidos, sajón típico. Un poco , solamente un poco, más prolijo que yo. Las minas lo piropeaban por la calle. Y no era tímido. Lejos el que más ganaba…”
“Los días en la pension de Dona Cida transcurrían desde ya entrada la mañana o el mediodía que nos despertábamos luego de interminables noches de música en los butecos del barrio. Hacíamos intercambio cultural. Escuchábamos de los parroquianos tropicalia pura, y ellos escuchaban una melange que describiría como insufrible: Manal, Vox Dei, Pappo, que nosotros mezclábamos sin vergüenza con Los Olimareños o Zitarroza. Eramos aceptables. Pancho tocaba la guitarra muy bien, yo cantaba decentemente, y Miche hacía ambas cosas a la perfección. Claro que al lado de los mulatos yo me sentía Palito Ortega. Pero nunca se quejaban, y además la profusion de “pinga Itú” de la más baja calidad, nos hacía amigos de todos. Supongo que éramos una curiosidad casi de circo.”
Se interrumpe – pará ¿adonde iba? – Ah. La pensión…
“Al mediodía almorzábamos. Algo con arroz y feijao vermelho. Digo algo y digo churrasquinhos o frango o fideos. Pero digo arroz y feijao, porque todos los días había arroz y feijao. A la mañana y a la noche. Y te repito arroz y feijao, para que te quede claro. Para que me entiendas porque despues estuve un par de años sin comer arroz. Y no solamente eso. Donha Cida empezaba a hervir los porotos el lunes por la mañana bien temprano en una enorme cacerola de campaña. Ese día tenían una “entidad” de porotos bien definida. Pero los porotos vivían en esa cacerola, martes, miercoles, jueves. El viernes era un puré marrón claro incomible. Pero a los 20 tenés hambre, y si no tenés guita además te imaginas el hambre. Y comíamos. Invariablemente Miche miraba a Donha Cida y le decía “feijao, gostoso, ¿ne?”… Donha Cida y la veintena de brasileños con los que compartíamos la comida sonreían orgullosos. Inmunes a la ironía.”
5 comentarios:
Brasil, esta semana ha tenido una producción notable
Muy rico todo, sobre todo el sabor que le da a su historia.
(si yo no comiera por un tiempo arroz, estaría en el horno!).
Besos.
ese arroz es como mi polenta
Mellizo: ¿por cantidad? En realidad es fácil, porque solo es recordar. Y a los 50 se empieza a recordar (uno de los primeros gerontosíntomas)
Morgana: Pruebe comer arroz noche y día por 300 días y despues me cuenta. Y eso que los brasileños lo saben preparar: saltan en aceitre el grano crudo con cebolla y ajo, y recien despues lo hisdratan
Emma: ¿polenta todos los días? ¿esta en cana o hizo una promesa?
La repetición es la perdición...quizás por eso cuestiono la fidelidaT!
Pero los porotiños, frijoles (en mexico) con arrociño, sin haberlos comido todo el tiempo me dan un hambre feroz.
saludos.
ya le dije que me gustan estos relatos
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